miércoles, septiembre 13, 2006

AMADA Y LOS CONCIERTOS

AMADA Y LOS CONCIERTOS: COMO EN UN TABLERO DE AJEDREZ

“Dios mueve al jugador, y éste, la pieza¿Qué Dios detrás de Dios la trama empiezade polvo y tiempo y sueño y agonías?”Aparte de El Ajedrez de Jorge Luís Borges


Son las diez de la noche y Amada espera en su asiento a que despegue el avión. Con el cinturón abrochado, piensa en todo lo que tuvo que hacer para poder viajar. Repasa los últimos días y no puede creer como todo resultó tan fácil pese al corto tiempo.

En realidad no sabe con precisión en qué momento empezó el viaje a Buenos Aires para ir a ver a los Rolling Stones y a U2 en concierto. Bien podría decir que empezó en ese mismo instante, ahí sentada en la silla del avión, pero no es cierto porque se inicia un viaje con la planificación. Entonces debería decir que todo comenzó ocho días antes cuando tomó la decisión de hacer el viaje. Tampoco es cierto, porque los paseos se inician cuando se tiene noticia de lo que se va a hacer, así que el viaje empezó a comienzos del 2006 cuándo sus primos que viven en Argentina le contaron que los Rolling Stones y U2 iban a tocar en Buenos Aires con ocho días de diferencia. Aunque pensándolo bien, puede que este proyecto hubiera empezado con un ejemplar de la revista Rolling Stone que puso en su maleta para darle la vuelta a la manzana, para cumplir con uno de los aguinaldos del 31 de diciembre. Pero, lo vuelve a pensar y cree que falta a la verdad otra vez, porque los viajes comienzan cuando se sueña con ellos y ella deseó ver a U2 y a los Stones en concierto, escribiendo la reseña de Sympathy for the Devil y de Sunday Bloody Sunday, para una tarea del curso de Apreciación del Rock que había tomado el semestre pasado.

Sin embargo, aunque todo lo anterior es cierto, Amada había venido soñando con estos conciertos desde que la conciencia le permitió diferenciar el rock del resto de géneros musicales; desde que coleccionaba la página del rock que traía el periódico todos los viernes; desde que oyó por primera vez La Cúpula[1] en la emisora juvenil del momento. Es decir, que soñó con estos conciertos desde que dejó la infancia para convertirse en adolescente.

Pero a decir verdad, la inquietud fue sembrada por un locutor de radio que en algún programa confesó que ya podía morir en paz porque ya había oído a los Rolling Stones en vivo. Esto fue hace muchos años, ya no recuerda cuando, pero de seguro fue cuando los latinoamericanos no podían soñar con un concierto de esas magnitudes. En esa época Amada pensaba en que tendría que ir a Europa a verlos y en ese tiempo de adolescente, no sólo la separaba la distancia, si no el permiso de sus papás y por supuesto los recursos económicos para pagar el viaje. Un imposible, como la mayoría de sueños; como los regalos que uno le encarga al niño Dios; como los deseos que uno le pide a las pestañas que se caen y los que vienen guardados en los tréboles de cuatro hojas.


No obstante, el detonante, para que ella decidiera hacer el viaje fue ver la presentación de los Stones en el medio tiempo del Superbowl.[2] Tomó la decisión a partir de las tres canciones que tocaron, la energía de los cinco músicos y por verlos tan viejos. Los Rolling Stones dicen en cada gira que esa va a ser la última. Pero esta vez puede ser cierto. No sólo porque todos tienen en promedio 60 años, sino porque Charlie Watts estuvo muy enfermo de cáncer en la garganta y la última gira fue con motivo de un disco que sacaron hace casi 10 años. Amada pensó que con todo el optimismo de por medio se podría decir que si produjeran un nuevo disco, éste se haría en cinco años, cuando los integrantes del grupo estarían llegando a los 70 años. Entonces, Amada se preguntó si aún a esa edad es posible salir de gira y que ellos quieran hacerlo. No supo la respuesta, pero no quiso comprobar la teoría, así que decidió viajar a Buenos Aires con una llamada a su tío para que le comprara la boleta.

Las ganas superaron el miedo de Amada de no poder viajar por la falta de tiempo para hacer los preparativos. Asumiendo que tendría que hacer todo sola, enfrentó paso a paso los trámites. Cumplió con cada uno de ellos con la incertidumbre de no poder realizar el próximo. Aunque tenía muchas dudas, en el fondo confiaba en que podría lograr lo que se proponía y que si no se daban las cosas era porque era lo que más le convenía. En todo caso, pensó que no perdía nada en intentarlo. Decidió dejar todo en manos del jugador de la fichas de ajedrez.

Todo pasó como si alguien hubiera planeado y organizado los hechos con dedicación y precisión. Antes de decidir hacer el viaje, Amada tuvo que renovar su visa de entrada a Estados Unidos y aunque ésta le había sido aprobada, en la embajada retienen el pasaporte mientras registran el permiso. Sin embargo, el pasaporte le llegó a tiempo para que pudiera hacer todos los trámites. Aunque no se ganó el concurso de una emisora de radio que ofrecía no sólo las boletas sino el tiquete aéreo y los gastos de hotel, la empresa del tío que vive en Argentina le regaló la boleta para ver a los Stones. Como tenía familia en Buenos Aires, Amada no tenía que preocuparse por los gastos de comida y de hospedaje. Con la boleta del concierto de los Stones asegurada, Amada compró la entrada al concierto de U2 gracias a la tarjeta de crédito que promociona que “hay ciertas cosas que el dinero no puede comprar, para todo lo demás existe…” (la tarjeta de crédito) y a la motivación de su amiga Ángela. El pasaje de avión le resultó estar relativamente a buen precio dadas las premuras del viaje. Finalmente, con un pie en Buenos Aires, le faltaba lo más difícil, el permiso en el trabajo. Como no había cumplido el año de servicio, no podía pedir vacaciones y además su jefe no estaba en la ciudad.

Entonces, le avisó del viaje a su jefe por correo electrónico, y un día antes del viaje con al ayuda de un ángel de su oficina pidió una licencia no remunerada por dos semanas. Con el visto bueno de su jefe, ahora sólo faltaba la aprobación de la licencia por parte del Subdirector de Recursos Humanos de la entidad para la que trabajaba. El vuelo tenía que hacerse ese día porque al otro día era el concierto de los Rolling Stones. Lo imposible sucedió gracias a que dicho subdirector, alguna vez había tenido que hacer una proeza parecida: viajó desde Santiago de Compostela hasta Madrid para ver a los Stones y devolverse el mismo el mismo día porque al otro día tenía un examen. Con su bendición, Amada pudo viajar con la tranquilidad de no haber abandonado el cargo, con todas las sanciones que eso implicaba.

Luego de un viaje de un poco más de cinco horas y de haber padecido la incomodidad de dormir en los asientos de la clase turista, Amada llegó a Buenos Aires a las seis de la mañana. En el aeropuerto la esperaba un remis[3], que la llevaría a la casa de sus tíos. Ella no quería perderse ni un detalle de La ciudad de la furia[4], pero el run run del carro, el sol de principio de mañana y el cansancio extremo, hicieron que ella se quedara dormida.

Luego de la bienvenida de sus tíos y del desayuno, Amada durmió toda la mañana para recuperar fuerzas para el evento. El concierto sería en el estadio River Plate, el Monumental, con capacidad para setenta mil personas, cuarenta mil más que la capacidad del estadio El Campín. Su boleta era de platea alta. Al principio le dio pesar que fuera en esa localidad porque iba a estar muy lejos de los Stones y no los iba a poder ver bien, pero en el concierto agradeció estar en platea. No sólo porque pudo ver perfecto todo el espectáculo, gracias al a pantalla de veinte metros de alto por diez de ancho, sino porque no hubiera resistido la actividad de quienes estaban en el campo. Además, se presentaron disturbios en la entrada de esa entrada porque el concierto comenzó antes de que todos hubieran entrado y los que aún estaban afuera, pretendieron acelerar el acceso. Lo que motivó el desorden y propició la intervención de la policía. Al final hubo muchos heridos y muchos detenidos. De otra parte, Amada tiene una estatura promedio entre la mujeres, pero es más baja que los hombres, así que no hubiera visto nada y así hubiera estado cerca del escenario no hubiera resistido el movimiento de las personas que se empujaban de lado a lado, que brincaban en masa y que llenos de pasión hacían cualquier cosa por estar cerca de la tarima.

El concierto estuvo lleno de maravillas. Amada quedó impresionada con la vitalidad de Mick Jagger a sus sesenta y dos años; con el sonido de la guitarra de Keith Richards; con la resolución de la pantalla pese a su gran tamaño; con la parte de escenario que se desprende y se mueve hacia el público hasta quedar en la mitad del campo de fútbol. Pero sobretodo le impresionó la vigor de los cinco fantásticos y como todos, estaban pasando un buen momento. Lo único que les importaba era complacer al público y darle una gran fiesta. Mick Jagger habló en perfecto español y animó a los rollingas[5] y demás asistentes. Al final, los juegos pirotécnicos anunciaron la terminación del concierto y Amada se arrepintió de no haber comprado la camiseta alusiva recién llegó al estadio, porque luego no puedo hacerlo. Sin embargo, pudo llevar la camiseta con la lengua afuera a su país, luego de que los hijos de unos amigos de sus tíos se la compraran en el segundo concierto que se efectuó dos días después. Aunque Amada no es una fanática de los Stones, ni se sabe la letra de todas sus canciones, sintió que había asistido al mejor concierto de su vida.

Entre concierto y concierto, Amada estuvo en Bariloche. Se fue con la preocupación de no tener en sus manos la boleta del concierto de U2. . Si bien había pagado el tiquete en su país de origen, este sólo le sería entregado en Buenos Aires. La encargada de entregar la boleta desapareció sin dejar rastro. Además pudo constatar que había pagado casi tres veces más del verdadero valor de la boleta y de lo que pagaron quienes estuvieron más cerca de Bono, The Edge, Adam Calyton y Larry Mullen. Afortunadamente, cuando volvió a Buenos Aires, su tía ya tenía la boleta.

Esta vez el concierto también fue en el Monumetal y justo el mismo día de la llegada a Buenos Aires, luego del viaje a Bariloche. Para Amada esta presentación tenía el bono de incluir a Franz Ferdinand[6] como telonero. Sin embargo, los argentinos no querían escuchar a los teleoneros, querían ver a U2. El escenario tenía forma de herradura que encerraba a un grupo privilegiado de fanáticos que podrían ver al grupo más de cerca. En esta oportunidad, Amada también estuvo en platea alta pero justo en la gradería de en frente de donde presenció a los Stones. Las pantallas de este concierto no eran como la del anterior, eran más pequeñas y en blanco y negro. No obstante, había llevado binóculos. Los que le sirvieron no sólo para ver a Bono sino para romper el hielo con sus vecinos de concierto.

Pese a que Amada se siente más cercana a la música de U2 le gustó más el concierto de los Rolling Stones. No sólo por la pantalla y por el escenario que se desprende sino porque todos los Stones demostraron estar pasando un buen rato. En cambió, el show de U2 se reduce a la actuación de Bono, que parece ser el único que se goza la presentación. Sin embargo, hubo dos momentos que marcaron la diferencia: la primera es la parte sobre el mensaje de la coexistencia de las personas en este mundo a pesar de la diversidad. En las pantallas apareció la palabra COEXIST, que en español significa coexistir, construida con la luna musulmana en vez de la C, la equis de la palabra se escribió con la parte central de la estrella de David judía y la T del final era una cruz cristiana. Como era de esperarse Amada esperó con ansias el turno de la canción de Sunday Bloody Sunday. En este instante, todo tuvo sentido y Amada gritó con el resto de setenta mil personas No more, en protesta por las guerras, porque siente que ninguna tiene sentido y porque este mundo no aguanta una más. A la salida del concierto, pudo ver de cerca de Bono que saludó desde la camioneta en la que iba.

El final de ese concierto, marco el fin de este viaje. En este momento Amada entendió el significado de decir que se puede morir tranquilo luego de haber asistido a un concierto de los Rolling Stones. Entonces, Amada volvió a casa con la conciencia de que lo que ha de ser será, no importa cuántas complicaciones y dificultades se presenten. Entendió que la vida es ordenada y perfecta porque obedece a la fuerza de quien planea los movimientos de todas las fichas de este tablero de ajedrez. Como jugador de ese juego, observo a Amada y decido que ella asistirá a muchos más conciertos.

[1] Canción del grupo de rock argentino Soda Stereo incluida en el álbum Doble Vida, 1988.
[2] Campeonato de fútbol americano que se lleva a cabo en Estados Unidos.
[3] Palabra del argot de Buenos Aires relativa a un servicio de transporte parecido a los taxis, pero que no es público ni los automóviles se distinguen por tener un color específico. En Buenos Aires es más seguro viajar en remis que en taxis porque se solicitan a una empresa conocida.
[4] Canción del grupo de rock Soda Stereo, relativa a Buenos Aires. Álbum Doble Vida, 1988.
[5] Fanáticos argentinos de los Rolling Stones.
[6] Grupo de rock escocés.
 
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