sábado, marzo 07, 2009

1, 2, 3, Catorce = U23D

¡1, 2, 3, Catorce! Así empieza la canción Vértigo de U2 y la película en 3D que se presenta en la sala IMAX del centro comercial Plaza de las Américas de Bogotá desde el pasado 20 de febrero.

Para los que les gusta la música y en especial el rock, no hay nada que se compare con un concierto en vivo. Para el fanático no hay fila, apretones, ni lluvia ni precio de boleta que impida ir a ver al artista que admira, porque un concierto es mucho más que ir a escuchar música. Es la constatación de que esos artistas no son dioses del Olimpo sino personas de carne y hueso; la posibilidad no sólo de verlos de cerca, sino la ilusión de conectarse aunque sea por un segundo con ese que está parado en el escenario, y que haga una seña, un guiño, una mirada que constate que uno existe para él. Un concierto es mucho más que la prueba de que en realidad si tocan lo que uno oye en los discos, reproductores y emisoras. Es una máquina que produce sensaciones e impresiones por medio de luces, imágenes y a veces hasta coreografía y baile.

Entonces se va a un concierto a ver que alguien como Bono diga: ¡Buenas noches Bogotá! estamos felices de por fin estar acá (si lo dice en español mucho mejor). Esa frase que aún no se ha dicho, pero que los colombianos no perdemos la esperanza de que se diga pronto teniendo en cuenta que acaban de lanzar un nuevo disco: “No Line on the Horizon”. Mientras tanto, espectáculos como el concierto U2:3D que se presenta en la única sala IMAX de Colombia, es lo más cercano que podremos estar de Bono, Adam Clayton, The Edge y Larry Mullen jr. Por eso alguien en la pagina del evento de tuboleta.com lo llamó el preámbulo de la venida del grupo a Colombia y en la misma página Rossmary Barragán suplica que presenten el concierto: “estamos a la espera desde Enero, Todos los fanáticos de U2 queremos verlos así sea en cine.”

El 28 de febrero la sala IMAX recibió a más de 500 personas, entre los que estaba Juan Ospina. Ninguna otra película en 3D logró sacarlo de su casa en Sopó. Él trabaja desde ahí porque no se aguanta el tráfico de Bogotá. Él es uno de los colombianos que no ha visto a U2 en concierto. Por eso no hubo límite de distancia (más de 60 kilómetros) ni de tiempo (casi dos horas) que le impidieran ver el U23D. Con gafas grandes, como de payaso, Juan esperó el inicio del concierto, sentado cómodo en la silla de cuero y reclinable K-41. Vio la pantalla de 22 metros de alta por 28 de ancha: la altura de un edificio de ocho pisos dice el anuncio. Escuchó la promesa de un sonido de 44 altavoces y 16 amplificadores que generan más de 12.000 vatios de poder que crean un efecto pulcro y envolvente; 300 cuadros por minuto que dan una imagen más nítida; pero sobretodo la sensación de sentirse como dentro de la película.

U23D fue grabado en Suramérica en el 2006 dentro de la gira “Vertigo”, y dice ser la primera producción digital en tercera dimensión, con más de 100 horas filmadas en tiempo real con el equipo más grande de cámaras 3D que se haya usado en un proyecto individual. La mayor parte del concierto muestra imágenes del concierto en Buenos Aires, pero también incluye partes de las presentaciones en Ciudad de México, Sao Paulo y Santiago de Chile. Los conciertos reales tuvieron 24 canciones, pero el U23D sólo presenta 12. Las suficientes para emocionar a punto de lágrima a Juan Fernando y el resto de espectadores del 28 de febrero, quienes cantaron el coro de “One”.

El concierto fue estrenado en el festival de cine de Sundance en enero de 2008. En el 2007, una parte de éste fue mostrado en el festival de Cannes, y Bono lo llamo una canción de amor para Latinoamérica. Hace poco, en los premios MTV Latinoamérica U23D se ganó el premio a la mejor película musical. Andy Green de la revista Rolling Stone dijo que a pesar de algunas pequeñas fallas de edición, el film es extraordinario y hace que otro concierto que haya visto en un teatro de cine parezca plano y sin vida.

Si bien el efecto 3D de sentirse dentro de la película se logra, los 85 minutos del U23D están lejos de ser iguales a la experiencia de un concierto real. En especial por esa conexión entre artista y fanático de la que se hablaba anteriormente. Sin embargo, la sala IMAX ofrece muchas ventajas: la calidad de la imagen; la pantalla es más grande (en comparación con las salas 3D de Cinecolombia que son de 17,80 metros de alto por 6,15 de ancho); es un espectáculo de concierto al precio de una boleta de cine (20 mil pesos); y finalmente el sonido nítido que permite oír todo lo que dijo Bono. Hay que aceptar que aunque se hiciera el milagro de que U2 venga a tocar en vivo a Colombia, lo más seguro es que éste se haga en un espacio abierto como el Parque Simón Bolívar, el autódromo de Tocancipá o el Parque Jaime Duque. Así, ni el que pague la boleta más cara tendrá asegurado, ver la pantalla completa ni que el sonido sea perfecto. Para la muestra hay que recordar el concierto de Jamiroquai en marzo de 2006. De esta forma la experiencia del U2:3D ofrece lo que parece ser el equilibrio. Ver de cerca a Bono y su combo, pero tan cómodo y con el sonido como si se estuviera escuchando el disco en casa.

miércoles, febrero 18, 2009

SLIDE YOUR PICTURES

Hoy descubrí a SLIDE. Mi hermana tiene un blog en Wordpress y abajo de su entradas tenia unas fotos en movimiento de Ráquira y Villa de Leyva. Crei que era un gadget de Wordpress, pero no. Esta en www.slide.com y aplica para Hi5, Facebook, Myspace entre otros. Bueno aca les dejo mi primer slide.

martes, octubre 21, 2008

Coherencia animal

Hace poco Prometeo publicó un artículo sobre la muerte de su perrita Rana (Rana sin ley). Comenté su artículo y creo saber porque algunas personas se relacionan mejor con los animales que con los seres humanos.

Como Prometeo he tenido perros desde que era chiquita. Los perros dejaron de ser perros en mi casa desde que llegó Tiznada en 1993. Desde ahí toda una generación de tiznaditos nos han llenado de alegría y de gran tristeza cuando se han muerto. Cuando eso pasa me siento muy culpable de llorar tanto por un perro cuando a veces ni siquiera suelto una lágrima por un ser humano.

Creo que lo que pasa con las mascotas es que son perfectas para quienes como yo se les dificulta expresar sus emociones. Con mis labradores no me da pena ser cursi, ni hablar a media lengua, ni abrazarlas, decirles que las quiero y hasta darles besos. Eso pasa porque no asumo la mala fe del perro. Este recibe, bate la cola y ya; no habla ni rechaza. En caso de que el perro me rechazara no asumo que es un mal perro ni que yo soy una mala persona por haber sido rechazada por él. El perro no piensa, no siente, no habla, simplemente hace y por eso es coherente.

Con las personas la cosa es distinta. Los seres humanos, sentimos, pensamos, hablamos y actuamos. A veces cada una por separado y sin la más mínima articulación o coherencia. Casi todos somos así y al relacionarnos tenemos que asumir la dualidad o falta de coherencia de los demás y eso es lo que nos duele.

El miedo al rechazo es lo que más incoherente me hace. A veces me gustaría decirles a mis hermanos o a mis papas que los quiero y no lo hago porque creo que eso me hace vulnerable. Y eso que ellos son los de confianza. El dilema es peor cuando es un tipo que me gusta. Digamos que me da mucho susto que se dé cuenta y hago todo lo posible cubrir mis emociones. Una esquizofrenia emocional que me aleja muchas veces de lo que quiero hacer.

Por eso hoy y con motivo del artículo de Prometeo hago un llamado a la coherencia emocional. Que seamos con las personas cómo somos con los animales.

lunes, septiembre 08, 2008

¿Quiere que le toque la bamba?

Sábado 3 de septiembre de 1988, casa de mis abuelos. Había pasado un mediocre cumpleaños. Nada de ponis ni mago ni piñata. Luego de una gran fiesta de primera comunión en mayo, nadie parecía percatarse que mi cumpleaños número diez era un magno evento. Aunque tuve ponqué de merengue con frutas y gelatina.

Esa noche mis papás y sus amigos habían planeado un juego de cartas. Por esa época esas reuniones eran comunes y frecuentes. Mientras, nosotros los “chiquitos”, debíamos obedecer el toque de queda de las ocho de la noche. Todos listos y con la piyama puesta debíamos dormir o ver televisión acostados en colchonetas en el cuarto de mis tías.

En ese tiempo en la televisión colombiana sólo había dos canales, el 7 y el 9. Tal vez ya existía lo que hoy es Señal Colombia, en el canal 11; pero claro sólo pasaban programas estilo “Curumaní”. Es decir, nada que pudiera interesar a cinco niños: los Ospina, Juanfer de casi once y Martha Beatriz de siete, y mis hermanos Andrés y Magda, de ocho y siete años respectivamente.

Pero claro nosotros teníamos una operación oculta. Esa noche iba a ser la última vez que los “adultos” nos dejaban ahí tirados y sin plan. Ese día le echaríamos a perder la partida: a punta de agua les íbamos a apagar la chimenea. El plan era el siguiente: Didiana, la hija de la empleada de mis abuelos les alcanzaría el balde agua y haciendo una cadena humana por el techo, Andrés, Martha Beatriz, Magda y Juanfer llevarían el agua hasta la chimenea. Como yo le tenía miedo a las alturas, montaría guardia en el lugar del juego de cartas. Así tuve que avisar que el juego ya no sería en la sala con chimenea sino en el cuarto de estudio.

Afortunadamente un patio daba a ese sitio y de esta forma mis compañeros alcanzaron a echar dos baldes de agua contra la ventana. No contaban con el zapato de tacón de madera de Magda, marca “Arco Iris”, con el que rompió la claraboya del baño cerca al estudio. El ruido y el piqueteo de pasos por el techo alertó a mi tío Orlando y a Gonzalo Delgado (uno de los amigos de mis papás), que andaban armados.

-¿Qué son esos ruidos? ¿serán ladrones? vamos a dar unos tiros al aire para ahuyentarlos.
-¡¿Queeeeee?! Pensé para mí. Y con miedo sapié a mis compañeros.- Papí, tengo algo que decirte. Es que no son ladrones. Magda, Andrés, Juanfer y Martha Beatriz son los que están echando agua por el patio.

Corrí a avisarles a mis compañeros saboteadores y detrás vinieron mi papá y los demás. Didiana salió corriendo a su cuarto y se salvó del regaño.

-¿Dónde está Martha Beatriz?- preguntó Martha, mamá, dirigiéndose al techo.
-Aquí mami- respondió Martha Beatriz muerta de miedo.

Uno a uno fueron bajando de la escalera. Martha mamá sacó el cinturón y antes de que cualquier cosa pasara mi papá no dejó que le pegaran a los Ospina. En fila india y con la derrota en la espalda, caminamos hacia al cuarto de mis tías. Aceptamos la colchoneta sin rezongar pero no teníamos sueño. Por supuesto que a falta de castigo no nos iban a dejar ver televisión. Menos con mis abuelos durmiendo en el cuarto de al lado. Además tuve que aguantar todos los reclamos por la sapiada. ¿Pero que querían? ¿que dejara que mi tío echara los tiros? Aun hoy no me creen que yo no fui una soplona y ningún adulto corroboró mi historia.

En medio de las explicaciones una voz sobresalió entre las otras. Un canto alegre y pachanguero se entonaba a grito herido:

-Para bailar la bamba, para bailar la bamba se necesita una poca de gracia. Una poca de gracia y otra cosita ay arriba y arriba. Ay arriba y arriba, por ti seré, por ti seré….

En esa época “La Bamba” estaba de moda porque acababa de salir la película con el mismo nombre, sobre la vida de Ritchie Valens, protagonizada por Lou Diamond Phillips.

La luz se prendió y de un jalón mi papá sacó a Magda del brazo y le preguntó:

-¿Quiere que le toque La Bamba?

Desde el corredor se oyeron los únicos fuetazos de la noche y en seguida el llanto correspondiente. Solidariamente le dije a Magda que si le había dolido. Ella me dijo que no. Como era bien berriona, nadie le insistió, para que no hiciera más ruido.

Así terminó el último juego de cartas de mis papás y sus amigos. Bueno, el último al que nos llevaron. Hoy con una cana y arruguitas en los ojos, me doy cuenta que ya casi tengo la edad de mis papás en esa época. Cada vez que oigo “La Bamba” me muero de la risa.

Y Usted, ¿en qué andaba cuando "La Bamba" estaba de moda?

lunes, junio 09, 2008

Lo que hay que hacer

Luego de haber encontrado a Inés, no quiero terminar la historia sin dejarles el resumen de consejos que me llegaron al grupo en Facebook, que aplican para recuperar cualquier mascota.

1.Que la mascota tenga en su collar una placa con su nombre y un número de teléfono de contacto.
2.Se puede identificar al animal con un microchip. Aquellos perros con pedigree lo tienen por requerimiento del Club Canino Colombiano desde el día en que se registran. Pero ese chip es sólo para identificarlo, no sirve para ubicarlo.
3.Los carteles si funcionan, mucho más si se ofrece recompensa. Hay quienes ven el pago como una extorsión, pero es bueno reconocer los gastos y molestias en las que incurrió la persona que se hizo cargo de la mascota mientras estuvo perdida. Yo puse los carteles cerca a mi casa, en las veterinarias y agrocentros de Cajicá. Es bueno ponerlos donde la gente usualmente espera o se baja del bus. Incluso en sitios poco probables. El señor que recogió a Inés vio el cartel cerca a su casa en una de esas paradas de bus. Donde él vive es muy lejos de mi casa y además Inés nunca había estado por ahí.
4.Es bueno hacer una visita a pie y hablar con la gente del sector. No sólo pudieron haber visto al animal y dar información importante, sino que es probable que alguno de ellos lo tenga en su casa.
5.Hay asociaciones que se encargan de reubicar perros perdidos. La Sociedad Protectora de Animales de Colombia-SPAC tiene un enlace especial para animales perdidos y encontrados.
6.En el blog Los animales tienen la palabra hay recomendaciones sobre qué hacer encaso de que se pierda la mascota.
7.Llamar a las emisoras. En el grupo de Facebook dos personas encontraron a su perro de esa forma. Una de ellas llamó a la emisora de La Calera.
8.No hay que perder la esperanza de que va a aparecer. Pegando carteles una cajera del Colsubsidio cerca a mi casa me dijo que había encontrado su perro luego de 15 días. También lo encontró porque pegó carteles.
9. Hay que tener fotos recientes de la mascota. Yo estuve de buenas porque hace dos semanas mi hermana, que no está en Colombia, insistió en que le mandara fotos de las perras. Antes sólo tenía fotos de Inés cuando era cachorra.

Inés apareció en "El Prado"

Hernán Lovera no entró a Google ni vio el grupo en Facebook. El leyó el aviso que dejé en el muro de la parada de buses de “El Prado”, saliendo de Cajicá hacia Tabio. Me llamó el sábado a las seis de la tarde y me dijo que tenía a mi perrita. Casi no lo dejo hablar de la emoción que me dio saber que el probablemente tenía a Inés. El me dijo que había visto el aviso y que había reconocido que Inés era la del cartel por el collar que llevaba puesto. Nos encontramos en la estación de taxis donde Hernán trabaja. El dijo que se había encontrado a Inés el lunes cuando ella se le estaba atravesando a los carros por la calle principal de Cajicá. Él la recogió y la llevó a su casa. Cuando llegamos estaba de noche y no pudimos ver la cara de Inés, pero ella saltó de la felicidad. Estaba en el patio de una vecina de Hernán porque había roto la malla de la casa, trantando de salirse. Por eso tenía la cara arañada.

Mi bebé ya está en la casa. Le pagamos a Hernán todos los gastos que tuvo que hacer para tener Inés y le dimos un regalo. El nos pidió que le avisáramos cuando Inés tuviera cachorros porque le encantan los perros.

Inesita la neciecita

Inés no es precisamente un alma de Dios. Ella es NECIA. De cariño le decimos Inesita la neciecita. Como cualquier labrador le gusta el agua, le encanta mojarse y casi siempre tiene las patas embarradas. Además quiere agarrar en la boca cualquier cosa que se mueva, desde tijeretas, polillas, mariposas, hasta pájaros, gatos y ratones. Pero también le gustan las cosas innertes como el control del televisor, los celulares y los zapatos. Inés siempre busca salirse porque como Tiznada tiene curiosidad olfativa hacia los postes de luz. También es una mala influencia para Trudy, su hermana, con la que juegan y hacen males todo el día. Por eso mi mamá no estaba tan triste con la pérdida de Inés. La casa estaba en paz y limpia. Pero era una paz como la vida sin problemas: plana e insípida.

Los labradores de "La Quinta"

Mi casa se llama "La Quinta" y llevamos casi quince años teniendo labradores desde que llegó Tiznada. Para los que no somos papas, un perro es lo más cercano a un hijo. Inés nació en esta casa hace un año y es hija de Toñeta que también nació aquí hace ocho años. De los cachorros que han nacido aquí, se quedaron Berretta y Jack, de la primera camada de Tiznada. Jack se murío joven y envenado. Toñeta es de la segunda cría de Tizni y su nombre completo es María Antonieta, pero también le decimos Sapito. Con la muerte trágica de Beretta, que se ahogó en el embalse de Guatavita, llegó Berenice, la única labrador café que ha vivido en esta casa. Con ellos aprendimos a valorar la compañía, a expresar nuestras emociones sin importar la cursilería y supimos sobre el desapego cuando se murieron. Cuando dejan de vivir, se entierran, les ponemos un arbolito encima y hemos hecho el duelo fácil porque sabemos qué pasó con ellos. Pero cuando se pierden, uno se mata la cabeza pensando en lo que se hizo y lo que no y uno se recrimina por todas las negligencias. Y luego uno se atormenta de pensar en todas las cosas malas que pueden hacer con un animal.

El viernes sólo tenía: la lista de cosas que me faltaban hacer para buscar a Inés; el conejo de la buena suerte que me prestó Olga; las buenas energías, oraciones y apoyo de todos los del grupo "Busco a Inés"; la esperanza que me dio una cajera del Colsubsidio de Cajicá que me dijo que había encontrado a su perrito luego de quince días de perdido y el cuento de Dayra Bello que encontró su perro amarrado en una casa de una vereda de Cajicá luego de un año de perdido.

El cartel de recompensa y el grupo en Facebook

El martes hice el cartel ofreciendo recompensa e inicié el grupo en Facebook: "Busco a Inés". Desde ese día hasta el jueves pegué el aviso en postes de la luz, en donde ponen los avisos de misa de muertos, en las veterinarias y en algunos agrocentros de Cajicá. En "Busco a Inés" recibí mensajes de apoyo y consejos útiles para encontrarla. El grupo alcanzó a tener 80 miembros. Muchos, pero no tantos como los que buscaron a Ramón, un labrador amarillo que se perdió el 3 de junio en el barrio Galán en Bogotá. Me uní a ese grupo y aproveché para publicar en el muro que yo también buscaba a una labrador negra. Me desanimé un poco cuando el dueño de Ramón anunció que luego de haber puesto carteles, el perro había aparecido sólo y recién bañado el jueves por la noche. En Cajicá no hay emisora y no dejaron que mi mamá pusiera un mensaje en el servicio de parabólica de Cajicá. Todas mis esperanzas estuvieron puestas en el cartel.

Los Sospechosos

Me acordé que el lunes unos señores estaban arreglando un carrotanque en el parqueadero y uno de ellos, por encima de la cerca me había preguntado que si mis perros eran labradores. En ese momento me pareció dudoso que él dijera, “labradores, son una raza muy noble”. Recién me di cuenta que Inés no estaba, como mi garaje da al parqueadero y los señores seguían en su labores en el carrtanque, les pregunté que si habían visto a mi perrita y me dijeron que no en tono displicente. Ese señor fue nuestro primer sospechoso, pero no teníamos pruebas porque el encargado del parqueadero no supo dar razón de nada.

Como Inés no volvió, nos imaginamos lo peor: que la hubiera atropellado un carro, que se hubiera caído en un hueco, que alguien se la hubiera llevado del parqueadero. Un señor en la peluquería de mi cuadra me dijo que probablemente los del circo se la habían robado. Es común en los pueblos echarle la culpa de la pérdida de las cosas a los gitanos y a los circos itinerantes. Se dice los circos toman los perros de la calle para alimentar a los tigres, leones o animales carnívoros. Entonces, el circo que lleva tres semanas acampando en un lote a una cuadra de mi casa fue el segundo sospechoso. Pero tampoco teníamos pruebas. Además ese circo no parecía tener animales.

Cómo nos dimos cuenta

Luego de almorzar en Centro Chía, llegué a mi casa. Abrí el garage y ninguna de las perras salió a saludar. Busqué en el solar y sólo estaban Toñeta y Trudy, la mámá y la hermana de Inés. Salí a preguntar por ella pero nadie la vio. Ni en el parqueadero, ni en la bicicletería, ni en la tienda naturista donde siempre hace una parada pidiendo comida. La busqué desde la 1:30 de la tarde hasta las 6 y no la encontré. Luego, en carro estuve en casi todas las veredas de Cajicá, con el vidrio abajo y llamándola, esperando a que apareciera con la oreja volteada, como a veces le pasa cuando corre. Mi hermano ya había vuelto y la había buscado un rato pero no la encontró. Yo ya había avisado en la estación de policía. Recogí a mi mamá de misa y la buscamos, pero resignadas volvimos a la casa cuando se hizo noche. Esperamos a que amaneciera, y que Inés como digna nieta de Tiznada volviera al otro día.

La pérdida de Inés

Para escribir sobre la pérdida de Inés y de cómo volvió, tengo que hacer un voto de humildad y asumir nuestra estupidez en público. Debo aceptar que Inés logró salirse por negligencia de todos en mi familia.

Todo empieza con que mi casa ha estado en obra por mucho tiempo. La división entre mi casa y el lote de al lado ha sido transitoria. Primero por no saber bien por dónde iba el lindero. Luego mi mamá compró ese predio pero no hemos decidido cuál es el mejor proyecto para aprovechar esa tierra sin dañar mi casa. Para los que no la conocen, ésta es antigua, tipo colonial, con patio interior. Lo mejor es que tenemos un patio, lo que antes se llamaba solar, que nos permite tener tres perros labradores. Hace un tiempo en ese lote funciona un parqueadero. Que ahora es muy útil, teniendo en cuenta el andén de más de seis metros, que en ambos sentidos de la calle nos regaló la Gobernación de Cundinamarca; muy al estilo de Peñaloza con una cicloruta que pocos ciclistas cajiqueños usan; cuya obra, tierra, arena y barro padecemos desde hace más de un mes, y que seguramente romperán en poco tiempo, a pesar de la inversión, cuándo en Cajicá se decida hacer la red que separe las aguas lluvias de las aguas negras.

Hace dos semanas decidimos hacer la pared definitiva con el parqueadero, pero había que nivelar la tierra. Un mini cargador, versión petit de un buldócer, hizo el trabajo, pero dejó la cerca inestable y por un hueco se salió Inés. Fue mientras almorzamos, el lunes 2 de junio. Pero a decir verdad Inés ya se había salido antes y el dueño del parqueadero amablemente nos la volvía a traer. Pero ese día como era festivo, salió con su familia y dejó encargado a otro señor.

En nuestra cuadra todos conocen a mis perras porque Toñeta, la mamá de Inés, sale frecuentemente a oler las buenas nuevas que cada perro deja en los postes de la luz. Mi mamá la deja salir a “darse una vuelta” casi todos los días porque a pesar del patio, ella se aburre y se le nota la felicidad en la cara cuando vuelve de su paseo. Cuando llega a la puerta, cualquier vecino que la ve, golpea en mi casa para que le abran. Catorce años de experiencia con labradores nos habían mal acostumbrado a que las perras siempre vuelven. Incluso manteníamos la confianza cuando Tiznada, la abuela de Inés, se perdía en sus andadas de amor. Ella por la acción de las hormonas pasaba de ser perra recatada y con pedigree a chanda vagabunda y de la calle. Cada seis meses pasaba quince días lejos de casa acompañada de una jauría de perros atraídos por las feromonas. Digamos que Tiznada sólo venia a comer y a planear su nuevo escape.

¿Se dejaría poner un chip de ubicación?

No quiero comparar la pérdida de Inés con la de un hijo o la de un familiar cercano. Ni imaginar lo que se siente frente al secuestro o la desaparición de un ser querido. Me acordé de Joel, el bebé de 22 meses que secuestraron a finales de mayo en Bogotá. Recordé también la conferencia sobre arte y tecnología que dio Pablo Arrieta en Monitor donde nos contó sobre el chip para ubicar personas inventado por Kevin Warwick.Con gusto le pondría un chip de ubicación a Inés o a mis futuros hijos, pero debo confesar que no sé si me lo dejaría instalar. Aunque por ahora no tengo nada que esconder, todavía me da rabia que me incluyan en bases de datos para saber mis gustos y me da angustia pensar en todo lo que Google debe saber sobre mí sin que yo me de cuenta. Además no sé si esos chip tengan efectos secundarios sobre la salud de las personas. Habrá que ver.

miércoles, septiembre 13, 2006

AMADA Y LOS CONCIERTOS

AMADA Y LOS CONCIERTOS: COMO EN UN TABLERO DE AJEDREZ

“Dios mueve al jugador, y éste, la pieza¿Qué Dios detrás de Dios la trama empiezade polvo y tiempo y sueño y agonías?”Aparte de El Ajedrez de Jorge Luís Borges


Son las diez de la noche y Amada espera en su asiento a que despegue el avión. Con el cinturón abrochado, piensa en todo lo que tuvo que hacer para poder viajar. Repasa los últimos días y no puede creer como todo resultó tan fácil pese al corto tiempo.

En realidad no sabe con precisión en qué momento empezó el viaje a Buenos Aires para ir a ver a los Rolling Stones y a U2 en concierto. Bien podría decir que empezó en ese mismo instante, ahí sentada en la silla del avión, pero no es cierto porque se inicia un viaje con la planificación. Entonces debería decir que todo comenzó ocho días antes cuando tomó la decisión de hacer el viaje. Tampoco es cierto, porque los paseos se inician cuando se tiene noticia de lo que se va a hacer, así que el viaje empezó a comienzos del 2006 cuándo sus primos que viven en Argentina le contaron que los Rolling Stones y U2 iban a tocar en Buenos Aires con ocho días de diferencia. Aunque pensándolo bien, puede que este proyecto hubiera empezado con un ejemplar de la revista Rolling Stone que puso en su maleta para darle la vuelta a la manzana, para cumplir con uno de los aguinaldos del 31 de diciembre. Pero, lo vuelve a pensar y cree que falta a la verdad otra vez, porque los viajes comienzan cuando se sueña con ellos y ella deseó ver a U2 y a los Stones en concierto, escribiendo la reseña de Sympathy for the Devil y de Sunday Bloody Sunday, para una tarea del curso de Apreciación del Rock que había tomado el semestre pasado.

Sin embargo, aunque todo lo anterior es cierto, Amada había venido soñando con estos conciertos desde que la conciencia le permitió diferenciar el rock del resto de géneros musicales; desde que coleccionaba la página del rock que traía el periódico todos los viernes; desde que oyó por primera vez La Cúpula[1] en la emisora juvenil del momento. Es decir, que soñó con estos conciertos desde que dejó la infancia para convertirse en adolescente.

Pero a decir verdad, la inquietud fue sembrada por un locutor de radio que en algún programa confesó que ya podía morir en paz porque ya había oído a los Rolling Stones en vivo. Esto fue hace muchos años, ya no recuerda cuando, pero de seguro fue cuando los latinoamericanos no podían soñar con un concierto de esas magnitudes. En esa época Amada pensaba en que tendría que ir a Europa a verlos y en ese tiempo de adolescente, no sólo la separaba la distancia, si no el permiso de sus papás y por supuesto los recursos económicos para pagar el viaje. Un imposible, como la mayoría de sueños; como los regalos que uno le encarga al niño Dios; como los deseos que uno le pide a las pestañas que se caen y los que vienen guardados en los tréboles de cuatro hojas.


No obstante, el detonante, para que ella decidiera hacer el viaje fue ver la presentación de los Stones en el medio tiempo del Superbowl.[2] Tomó la decisión a partir de las tres canciones que tocaron, la energía de los cinco músicos y por verlos tan viejos. Los Rolling Stones dicen en cada gira que esa va a ser la última. Pero esta vez puede ser cierto. No sólo porque todos tienen en promedio 60 años, sino porque Charlie Watts estuvo muy enfermo de cáncer en la garganta y la última gira fue con motivo de un disco que sacaron hace casi 10 años. Amada pensó que con todo el optimismo de por medio se podría decir que si produjeran un nuevo disco, éste se haría en cinco años, cuando los integrantes del grupo estarían llegando a los 70 años. Entonces, Amada se preguntó si aún a esa edad es posible salir de gira y que ellos quieran hacerlo. No supo la respuesta, pero no quiso comprobar la teoría, así que decidió viajar a Buenos Aires con una llamada a su tío para que le comprara la boleta.

Las ganas superaron el miedo de Amada de no poder viajar por la falta de tiempo para hacer los preparativos. Asumiendo que tendría que hacer todo sola, enfrentó paso a paso los trámites. Cumplió con cada uno de ellos con la incertidumbre de no poder realizar el próximo. Aunque tenía muchas dudas, en el fondo confiaba en que podría lograr lo que se proponía y que si no se daban las cosas era porque era lo que más le convenía. En todo caso, pensó que no perdía nada en intentarlo. Decidió dejar todo en manos del jugador de la fichas de ajedrez.

Todo pasó como si alguien hubiera planeado y organizado los hechos con dedicación y precisión. Antes de decidir hacer el viaje, Amada tuvo que renovar su visa de entrada a Estados Unidos y aunque ésta le había sido aprobada, en la embajada retienen el pasaporte mientras registran el permiso. Sin embargo, el pasaporte le llegó a tiempo para que pudiera hacer todos los trámites. Aunque no se ganó el concurso de una emisora de radio que ofrecía no sólo las boletas sino el tiquete aéreo y los gastos de hotel, la empresa del tío que vive en Argentina le regaló la boleta para ver a los Stones. Como tenía familia en Buenos Aires, Amada no tenía que preocuparse por los gastos de comida y de hospedaje. Con la boleta del concierto de los Stones asegurada, Amada compró la entrada al concierto de U2 gracias a la tarjeta de crédito que promociona que “hay ciertas cosas que el dinero no puede comprar, para todo lo demás existe…” (la tarjeta de crédito) y a la motivación de su amiga Ángela. El pasaje de avión le resultó estar relativamente a buen precio dadas las premuras del viaje. Finalmente, con un pie en Buenos Aires, le faltaba lo más difícil, el permiso en el trabajo. Como no había cumplido el año de servicio, no podía pedir vacaciones y además su jefe no estaba en la ciudad.

Entonces, le avisó del viaje a su jefe por correo electrónico, y un día antes del viaje con al ayuda de un ángel de su oficina pidió una licencia no remunerada por dos semanas. Con el visto bueno de su jefe, ahora sólo faltaba la aprobación de la licencia por parte del Subdirector de Recursos Humanos de la entidad para la que trabajaba. El vuelo tenía que hacerse ese día porque al otro día era el concierto de los Rolling Stones. Lo imposible sucedió gracias a que dicho subdirector, alguna vez había tenido que hacer una proeza parecida: viajó desde Santiago de Compostela hasta Madrid para ver a los Stones y devolverse el mismo el mismo día porque al otro día tenía un examen. Con su bendición, Amada pudo viajar con la tranquilidad de no haber abandonado el cargo, con todas las sanciones que eso implicaba.

Luego de un viaje de un poco más de cinco horas y de haber padecido la incomodidad de dormir en los asientos de la clase turista, Amada llegó a Buenos Aires a las seis de la mañana. En el aeropuerto la esperaba un remis[3], que la llevaría a la casa de sus tíos. Ella no quería perderse ni un detalle de La ciudad de la furia[4], pero el run run del carro, el sol de principio de mañana y el cansancio extremo, hicieron que ella se quedara dormida.

Luego de la bienvenida de sus tíos y del desayuno, Amada durmió toda la mañana para recuperar fuerzas para el evento. El concierto sería en el estadio River Plate, el Monumental, con capacidad para setenta mil personas, cuarenta mil más que la capacidad del estadio El Campín. Su boleta era de platea alta. Al principio le dio pesar que fuera en esa localidad porque iba a estar muy lejos de los Stones y no los iba a poder ver bien, pero en el concierto agradeció estar en platea. No sólo porque pudo ver perfecto todo el espectáculo, gracias al a pantalla de veinte metros de alto por diez de ancho, sino porque no hubiera resistido la actividad de quienes estaban en el campo. Además, se presentaron disturbios en la entrada de esa entrada porque el concierto comenzó antes de que todos hubieran entrado y los que aún estaban afuera, pretendieron acelerar el acceso. Lo que motivó el desorden y propició la intervención de la policía. Al final hubo muchos heridos y muchos detenidos. De otra parte, Amada tiene una estatura promedio entre la mujeres, pero es más baja que los hombres, así que no hubiera visto nada y así hubiera estado cerca del escenario no hubiera resistido el movimiento de las personas que se empujaban de lado a lado, que brincaban en masa y que llenos de pasión hacían cualquier cosa por estar cerca de la tarima.

El concierto estuvo lleno de maravillas. Amada quedó impresionada con la vitalidad de Mick Jagger a sus sesenta y dos años; con el sonido de la guitarra de Keith Richards; con la resolución de la pantalla pese a su gran tamaño; con la parte de escenario que se desprende y se mueve hacia el público hasta quedar en la mitad del campo de fútbol. Pero sobretodo le impresionó la vigor de los cinco fantásticos y como todos, estaban pasando un buen momento. Lo único que les importaba era complacer al público y darle una gran fiesta. Mick Jagger habló en perfecto español y animó a los rollingas[5] y demás asistentes. Al final, los juegos pirotécnicos anunciaron la terminación del concierto y Amada se arrepintió de no haber comprado la camiseta alusiva recién llegó al estadio, porque luego no puedo hacerlo. Sin embargo, pudo llevar la camiseta con la lengua afuera a su país, luego de que los hijos de unos amigos de sus tíos se la compraran en el segundo concierto que se efectuó dos días después. Aunque Amada no es una fanática de los Stones, ni se sabe la letra de todas sus canciones, sintió que había asistido al mejor concierto de su vida.

Entre concierto y concierto, Amada estuvo en Bariloche. Se fue con la preocupación de no tener en sus manos la boleta del concierto de U2. . Si bien había pagado el tiquete en su país de origen, este sólo le sería entregado en Buenos Aires. La encargada de entregar la boleta desapareció sin dejar rastro. Además pudo constatar que había pagado casi tres veces más del verdadero valor de la boleta y de lo que pagaron quienes estuvieron más cerca de Bono, The Edge, Adam Calyton y Larry Mullen. Afortunadamente, cuando volvió a Buenos Aires, su tía ya tenía la boleta.

Esta vez el concierto también fue en el Monumetal y justo el mismo día de la llegada a Buenos Aires, luego del viaje a Bariloche. Para Amada esta presentación tenía el bono de incluir a Franz Ferdinand[6] como telonero. Sin embargo, los argentinos no querían escuchar a los teleoneros, querían ver a U2. El escenario tenía forma de herradura que encerraba a un grupo privilegiado de fanáticos que podrían ver al grupo más de cerca. En esta oportunidad, Amada también estuvo en platea alta pero justo en la gradería de en frente de donde presenció a los Stones. Las pantallas de este concierto no eran como la del anterior, eran más pequeñas y en blanco y negro. No obstante, había llevado binóculos. Los que le sirvieron no sólo para ver a Bono sino para romper el hielo con sus vecinos de concierto.

Pese a que Amada se siente más cercana a la música de U2 le gustó más el concierto de los Rolling Stones. No sólo por la pantalla y por el escenario que se desprende sino porque todos los Stones demostraron estar pasando un buen rato. En cambió, el show de U2 se reduce a la actuación de Bono, que parece ser el único que se goza la presentación. Sin embargo, hubo dos momentos que marcaron la diferencia: la primera es la parte sobre el mensaje de la coexistencia de las personas en este mundo a pesar de la diversidad. En las pantallas apareció la palabra COEXIST, que en español significa coexistir, construida con la luna musulmana en vez de la C, la equis de la palabra se escribió con la parte central de la estrella de David judía y la T del final era una cruz cristiana. Como era de esperarse Amada esperó con ansias el turno de la canción de Sunday Bloody Sunday. En este instante, todo tuvo sentido y Amada gritó con el resto de setenta mil personas No more, en protesta por las guerras, porque siente que ninguna tiene sentido y porque este mundo no aguanta una más. A la salida del concierto, pudo ver de cerca de Bono que saludó desde la camioneta en la que iba.

El final de ese concierto, marco el fin de este viaje. En este momento Amada entendió el significado de decir que se puede morir tranquilo luego de haber asistido a un concierto de los Rolling Stones. Entonces, Amada volvió a casa con la conciencia de que lo que ha de ser será, no importa cuántas complicaciones y dificultades se presenten. Entendió que la vida es ordenada y perfecta porque obedece a la fuerza de quien planea los movimientos de todas las fichas de este tablero de ajedrez. Como jugador de ese juego, observo a Amada y decido que ella asistirá a muchos más conciertos.

[1] Canción del grupo de rock argentino Soda Stereo incluida en el álbum Doble Vida, 1988.
[2] Campeonato de fútbol americano que se lleva a cabo en Estados Unidos.
[3] Palabra del argot de Buenos Aires relativa a un servicio de transporte parecido a los taxis, pero que no es público ni los automóviles se distinguen por tener un color específico. En Buenos Aires es más seguro viajar en remis que en taxis porque se solicitan a una empresa conocida.
[4] Canción del grupo de rock Soda Stereo, relativa a Buenos Aires. Álbum Doble Vida, 1988.
[5] Fanáticos argentinos de los Rolling Stones.
[6] Grupo de rock escocés.

domingo, agosto 27, 2006

Sungay Parties y la Tolerancia

Acabo de leer una crónica sobre una fiesta Sungay acá en Bogotá. Eduardo Bechara (http://www.eduardobecharanavratilova.blogspot.com/) explica el motivo de las fiestas Sungay, a partir de la conversación que tuvo con uno de los asistentes, un hombre homosexual. Al leer el relato es inevitable reflexionar sobre esta sociedad que aún rechaza a las personas con opciones sexuales diversas a la heterosexual y en especial sobre la soledad de algunos de ellos. Es esa soledad la que motiva las Sungay parties, como rescate de tantos, cuya opción de vida está al margen de lo socialmente permitido. Es que los domingos son depresivos para todos, pero la mayoría los llenamos de actividades donde la familia casi siempre está presente..

Con motivo del relato de Eduardo Bechara les cuento que ayer puede ver a una pareja de mujeres expresando su afecto en público. No fue vulgar, ni desagradable, eran como una pareja “normal” de novios. Me alegró mucho ver que esto estaba pasando no en un bar gay sino en La Juguetería. Con la curiosidad de la novedad, las observé un poco insistente, tal vez porque no podía creer que estuviera pasando. Admiré no sólo su valentía, si no que nadie reprochó lo que estaban haciendo. Me pregunto si hubiera pasado lo mismo, si la pareja hubiera sido de hombres.

Sueño con el día en que esta sociedad sea tolerante con todas las formas de sexualidad y en general con las opciones de vida diversas. Un ambiente en el que los “distintos” no sean rechazados u observados como atracciones de circo. Creo que la diversidad es mucho más provechosa para esta sociedad y que todos seríamos más sanos si nos sintiéramos libres de demostrar lo que realmente somos. Hay que reconocer que no sólo los homosexuales usan máscaras y que los travestis no son los únicos que se disfrazan.

lunes, enero 09, 2006

EL ANGEL DE LA MUERTE

El ángel de la muerte ronda mi casa.
 
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